Te cuento sobre Caracas

Hola. Te voy a contar sobre la ciudad donde vivo para que tú también la conozcas un poquito. Ella es Santiago de León de Caracas.


De Caracas me gusta el arte en sus calles, su extraña arquitectura, su naturaleza esparcida por todos sus espacios y hasta sus autobuses grandes de color blanco con azul y rojo donde caben como mil personas.

De Caracas me disgusta su metro a cualquier hora del día que esté en funcionamiento, sus autopistas colapsadas de autos cuando hay un leve accidente de tránsito, su mendicidad y sus calles tan llenas de basura a veces.

Caracas es más bonita cuando miras el cielo porque escuchas cantos de aves y te das cuenta que son sus guacamayas saludando. Es más bonita cuando vas en auto y El Ávila te saluda a lo lejos. Caracas sabe cómo atrapar a un turista de cualquier forma. Caracas ha hecho escribir cartas a viajeros. Caracas te despierta otras emociones. Pero aún acá hay personas que no se fijan en los pequeños detalles de su ritmo caótico y cotidiano, y a veces, esos son los que realmente importan.

Ir por un café aquí en Caracas tiene más sentido que ir a un museo, pues los cafés también están llenos de arte. Tomar un bus de esos grandotes que pasan por la Avenida Urdaneta te hace viajar en el tiempo si has escuchado los cuentos de cómo solían pedir la parada hace años (aplaudían y el conductor se detenía). Si eres fotógrafo o te gusta la fotografía serás feliz aquí, pues tendrás arquitectura, naturaleza y muchas cosas más.

Si te cuento del clima, ¡ni hablar de el! El viento siempre viaja entre plazas y edificios; dicen mis amigos que esta ciudad es especial. Está ese norte que se esconde entre nubes y adivina qué es: es la montaña de El Ávila donde suelen ocurrir cosas raras.

En algunas urbanizaciones de la ciudad suele ser costumbre cerrar las puertas de las casas antes de que el sol comience a ocultarse. Es el monstruo invisible de la inseguridad que los asusta, pues es esa rutina que ya se hace familiar tanto como que tomar el metro no sea una aventura de nivel extremo. Aquí en Caracas tienes que estar tan tranquilo como preparado para correr, el que camine muy lento y no preste atención a su entorno se lo llevan por el medio, el que camine muy rápido te asusta. 

Vivir en Colinas es como vivir en un castillo y ser el rey hasta que recuerdas, como yo, que tienes que salir por la mañana y hacer tu vida en la boca del tiburón. Imagínate lanzarte a nadar en el medio de la nada, es más o menos así.

Caracas es la ciudad perfecta si estás no más de cinco días, ella puede enamorarte. Pero ya al pasar más de veinte días acá, puede que la ames o la odies. Te cuento que he conocido de personas que con tan solo cinco días ya no quieren ir a más ningún lado, como también he conocido de personas que tienen que permanecer acá por más de veinte días y ya no la soportan al segundo día. A veces suceden cosas que parecen irreales, ya queda de tu parte definir cuáles de las tantas cosas que suceden son o no son irreales para ti.

Tanta basura, tanto verde. Basura que algunos tienen en la cabeza, basura que arruina sus calles.

Hay mucho para nosotros los que vivimos acá en Caracas y a veces entre tantas cosas te digo: lo bueno de ella compensa lo malo de su gente.

Entre tanto caos en la ciudad tenemos vista hacia el Aeropuerto de La Carlota desde El Ávila y alguno que otro parque –como el Vinicio Adames– para alejarnos de tanto estrés de la rutina diaria. Tenemos guacamayas que sobrevuelan de dos en dos cuando apenas comienza a atardecer, ellas son la musa de algunos fotógrafos. Y si te gusta el café, encontrarás variedad de cafés en toda la ciudad y en los lugares que menos te imaginas…


Hoy te cuento sobre Caracas porque quiero que ese miedo que transmitimos a otros al hablar de ella desaparezca, quiero que vean la ciudad de otra manera, con otros ojos. Caracas no tiene la culpa de lo que está pasando. Te cuento además que en Caracas aprenderás a ser guerrero sí o sí, aquí sólo hay que tener un poco de miedo, no mucho porque es demasiado. Déjame decirte que lo que sucede aquí en Caracas sucede también en ese lado del mundo en el que tú estás; todo es cuestión de vivir tu propia experiencia.

No te deshaces del miedo. Es como la naturaleza, no la vences ni huyes de ella, pero sí la resistes y sabes de lo que eres capaz.

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